Cuando hablamos de clientes interno
básicamente nos referimos a los colaboradores de las organizaciones. Antes se
hablaba de los recursos humanos para referirse a los trabajadores, en la actualidad
nos referimos a ellos como talentos, específicamente como “colaboradores”. ¿Por qué como colaboradores? Por
la sencilla razón de su posicionamiento. Gracias a ellos, las organizaciones
alcanzan sus metas y objetivos. El proceso de globalización, la internacionalización
de la economía y el rápido avance de las tecnologías de la comunicación han
modificado el modus vivendi en las instituciones.
Incluso, ahora se habla de
“coaching” en lugar de asesoría, de “entrenamiento” en lugar de capacitación.
Pero no sólo es el simple cambio de idioma, del castellano al inglés o algo
similar, sino porque las prácticas y desafíos han cambiado en las organizaciones
Es verdad que los tiempos han
cambiado y esto ocurre cada vez más rápido. La transformación digital que se
habla en el país es un hecho en otras naciones. Hasta ha cambiado la vida
cotidiana y doméstica en las personas, aunque en algunos casos, existe cierta
modalidad “dual”. Es decir, conviven los estilos digital y tradicional, porque según
los segmentos de vida de las personas, no todos cambian al mismo ritmo.
En las diversas instituciones existen
nuevos cargos y responsabilidad como resultado, precisamente, de los últimos. También
hay nuevas palabras ya aceptadas, pero algo que no cambiará es la persona y sus
principios y valores. Desde esta perspectiva, entonces debemos preguntarnos qué
son los recursos humanos y cuando se transforman en talentos. ¿Cuál es la
diferencia entre ellos?
Cualquier trabajador forma parte
de un recurso humano, pero darle la oportunidad de desarrollarse y poner en
práctica sus habilidades y conocimientos, lo ubica en el rubro de los talentos
humanos que logran metas personales y organizaciones.
El talento humano es el conjunto
de personas que están al servicio de una organización en sus diversas áreas. Talento
humano es el conjunto de personas que se destacan del resto de los recursos humanos
por sus habilidades y competencias, pero especialmente por su actitud frente al
quehacer diario.
Es importante que los jefes sepan cómo es el comportamiento
de las personas en las organizaciones para poder realizar un trabajo más eficiente,
producir adecuadamente, mantener un clima laboral agradable, asignar tareas
claves a determinadas personas y evitarse muchos problemas en la institución”.
Por esa razón es imprescindible conocer
a nuestros colaboradores en todas sus facetas, no solamente en la parte
laboral, sino con respecto a sus principios éticos, porque ello tendrá un
impacto en la reputación de la institución. No olvidemos que el riesgo reputacional
es fundamental para la buena imagen de la organización.
La selección del personal es
clave. Mediante estudios, test y entrevistas se puede conocer algunos detalles
de la persona que trabajará en la empresa. Las virtudes y cualidades de las
personas determinarán la actitud que tendrá frente al nuevo equipo laboral y
también a los retos que deberá asumir.
Toda persona es una “caja de sorpresas”
y quienes evalúan su ingreso a la organización deberán tener presente este pequeño
detalle. También este criterio es válido para las personas que ya laboran en las
organizaciones y que están postulando a un nuevo puesto laboral. Tener poder o autoridad,
implica también, tener una gran responsabilidad.
Asimismo, los jefes deben conocer
el potencial de sus colaboradores para asignarles tareas específicas y colocarlos
en los puestos adecuados. Muchas veces, la producción laboral de una organización
es limitada porque en los puestos claves no están las personas claves. Un puesto
responde a un determinado perfil y no todas las personas tienen el perfil para
determinados puestos.
Por ejemplo, una persona puede
ser muy competitiva en el puesto donde opera, pero nombrarlo jefe supone que
debe trabajar ahora con personas y muchas veces, un “excelente” operario no
necesariamente será un buen jefe. Hay casos, donde también el liderazgo no parte
de la jefatura, sino de un colaborador clave que no tiene responsabilidad de
jefatura. Sus dones personales (actitudes) le permiten influenciar en el resto del
equipo.
TALENTO
En realidad, las personas
son el recurso más importante que tienen las organizaciones. “Se puede soñar
con crear, diseñar y construir el lugar más maravilloso del mundo, pero para
convertirlo en realidad se necesitan personas” afirmaba un conocido empresario
internacional.
¿Por qué las personas
deben ser las más importantes en las organizaciones? Sencillamente porque de
ellas depende el crecimiento y desarrollo de las instituciones.
Para alcanzar las metas,
lograr los objetivos, superar los desafíos o resolver los conflictos, se necesitan
personas dispuestas a seguir las metas trazadas, plan estratégico o visión
empresarial.
Cada persona tiene su
propia visión y expectativa. Su proyecto de vida no necesariamente será el mismo
que el de la institución donde trabaja. Es más, el proceso de globalización que
vive el mundo, el desarrollo de las tecnologías de la información y la modernidad
de la vida nos cambia la vida de período en período, y cada vez, más rápidamente.
Antes nuestros padres se jubilaban en sus primeros empleos, ahora no es así.
Cada persona tiene que reconvertirse laboralmente en cortos períodos de tiempo.
Todo ello afecta a la vida de las personas.
De ahí que es importante
conocer a las personas. Además, no todas son iguales, ni todas responden por igual
ante determinada situación. Se tiene que ser muy sabio para trabajar con
personas.
Se supone que el jefe
es una persona que tiene la autoridad, pero también el liderazgo en la
dependencia donde se trabaja. Es la persona que debe conocer mejor a todo su
equipo, debe saber transmitir confianza y no necesariamente debe saber todos
los procesos del desempeño técnico.
Sin embargo, sí debe
conocer sus limitaciones y habilidades para liderar a su equipo. Debe saber
transmitir la confianza en su equipo para que vean en él, a la persona líder en
la que pueden recurrir en caso de necesidad o ayuda.
Un jefe que sólo ordena y
él mismo no cumple con la política laboral y ética de la organización,
difícilmente influenciará positivamente en su equipo. Podrá tener la autoridad,
pero nunca el liderazgo. La autoridad se recibe por méritos propios, amistad con
el gerente o porque el jefe superior sufrió un percance. El liderazgo es innato
a la persona. No se nace con él, sino que es una disciplina que se va perfeccionando
en la vida, incluso, desde la niñez.